19 julio 2012

La mentira del ahora



-          ¿Quién ha limpiado el armario?- gritó desesperada desde la habitación.

Nadie respondió y ella decidió buscar sus respuestas en el interior de ese maldito mueble. Al principio le sorprendió la oscuridad que había pero pronto se acostumbró e incluso le pareció un lugar cómodo para pasar un tiempo. Desde allí, podía controlar sus pertenecías y estaba segura de que, si permanecía dentro nadie se llevaría sus cosas.
Rebuscó por los rincones secretos y encontró una cajita con los dientes de sus hijos. Recordó al ratoncito Pérez y los regalos que dejaba bajo la almohada. Escuchó la risa de sus pequeños e incluso si cerraba fuerte los ojos podía sentir los besos.
Un olor familiar le hizo levantar la mirada. Ahí estaba la corbata favorita de su marido. A ella jamás le gustó pero al cogerla pudo revivir aquellos hermosos paseos abrazada a él.
-          Me encantaban los helados de chocolate que comíamos los domingos- murmuró feliz.
De repente una luz cegadora invadió todo el espacio. Asustada golpeó una estantería y sobre ella cayeron paquetes de arroz, fideos y unas servilletas.
-          ¿Qué es esto? ¿Quién ha guardado la comida en el vestidor?- gritó enfadada
-          Pero, ¿qué dice Señora Carmen? Esto es la despensa de la residencia- explicó la enfermera.
Al girarse vio el armario lleno de alimentos.
-          Otra vez me han robado mis recuerdos- susurró

17 julio 2012

No creas en los finales


Lanzó la pelota lo más alto que pudo y corrió hasta el lugar donde estaría a salvo de ser eliminada y allí permaneció durante 20 años.
Muchos días, cuando salía a comprar y andaba tres pasos por detrás de él se preguntaba, qué habría pasado si hubiese esperado a que la pelota volviera a sus manos.
Tal vez, se habría quedado fuera de la partida o quizá hubiese tenido el poder de jugar según sus reglas.
Ya no había nada que hacer, los brazos se habían acostumbrado al hieratismo de sus días inertes y colgaban rígidos por el peso de una vida llena de obligaciones.
Alguien chocó contra su hombro y las bolsas, que la anclaban al suelo se desparramaron. Su sombra, antes que ella, levantó las manos al sol. La pelota estaba de nuevo en su poder, el juego había vuelto a empezar.

10 julio 2012

El cazador


Recogió su pelo largo en una coleta y sintió una punzada en el pecho que la obligó a encogerse. Sabía que esa era la señal inequívoca de que estaba en el punto de mira del cazador. Se preguntó si ese día podría sobrevivir.
Asustada se apretó las zapatillas y salió a correr tan rápido como pudo. Mientras el sudor se deslizaba por su espalda, sus ojos buscaban un lugar donde esconderse pero las piernas la obligaban a ir más y más veloz.

La naturaleza es justa y sabe que el don de la vida, el regalo de la libertad debe ser ganado. Los cobardes, los que huyen de su destino, de su esencia pierden la oportunidad de ser escogidos y el cazador los elimina.


Exhausta se dejó caer en la arena. Sus brazos se transformaron en alas, que se desplegaron y se dejaron mecer por la brisa .Fijó sus ojos en el interior del mar y olvidó el poder de la gravedad, la fuerza del viento y la mirada curiosa de aquella mujer que necesitaba los pies para mantener el equilibrio. De repente se transformó en flecha y entró rápida y directa en el interior de la ola y salió triunfante hacia el cielo. Por ese día se había ganado la supervivencia. Se alejó dueña de su libertad, merecedora de la vida.

06 julio 2012

Conectados


Se sentó a mi lado, con el alma rota y la lengua traviesa…
Se apoyó en mi hombro durante todo el trayecto. Me habló del tiempo, de su temperatura traidora que hacia polvo sus huesos. No esperaba mis respuestas, no le interesaban. Sólo quería que la escuchara. Cerré mi libro y esperé hasta que su cuerpo anciano se despidió de mi. La miré alejarse, pausada, tranquila y con un peso menos que llevarse a casa. Lo había dejado en el asiento de al lado. Lo recogí y lo guardé en mi bolso, aún era ligero y no me entorpecería en mi camino.