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¿Quién ha limpiado el armario?- gritó
desesperada desde la habitación.
Nadie respondió y ella decidió
buscar sus respuestas en el interior de ese maldito mueble. Al principio le
sorprendió la oscuridad que había pero pronto se acostumbró e incluso le
pareció un lugar cómodo para pasar un tiempo. Desde allí, podía controlar
sus pertenecías y estaba segura de que, si permanecía dentro nadie se llevaría
sus cosas.
Rebuscó por los rincones secretos
y encontró una cajita con los dientes de sus hijos. Recordó al ratoncito Pérez
y los regalos que dejaba bajo la almohada. Escuchó la risa de sus pequeños e
incluso si cerraba fuerte los ojos podía sentir los besos.
Un olor familiar le hizo levantar
la mirada. Ahí estaba la corbata favorita de su marido. A ella jamás le gustó
pero al cogerla pudo revivir aquellos hermosos paseos abrazada a él.
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Me encantaban los helados de chocolate que comíamos
los domingos- murmuró feliz.
De repente una luz cegadora
invadió todo el espacio. Asustada golpeó una estantería y sobre ella cayeron
paquetes de arroz, fideos y unas servilletas.
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¿Qué es esto? ¿Quién ha guardado la comida en el
vestidor?- gritó enfadada
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Pero, ¿qué dice Señora Carmen? Esto es la
despensa de la residencia- explicó la enfermera.
Al girarse vio el armario lleno
de alimentos.
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Otra vez me han robado mis recuerdos- susurró