25 octubre 2012

Los ojos no saben recordar


-          Cada vez es más bella- pensó al entrar en la habitación.

Se sentó junto a ella y respiró su olor. Recordó, el día que la conoció hacía ya más de cuarenta años. Escuchó de nuevo el sonido de la pelota al golpear el suelo, el llanto al caerse del columpio y su voz cálida, cuando le confesó que había conocido al amor de su vida.

Era capaz de leer sus pensamientos, vibrar con sus sentimientos y soplar las nubes que en ocasiones la asolaban.

Crecieron, la una al lado de la otra y estaba segura de que no había nadie que la conociera como ella y, sin embargo, nunca la había visto. No podía decir de qué color eran sus ojos, ni que rasgos tenía su piel pero no lo necesitaba, porque los ojos no saben ver, ni recordar, eso es sólo cosa del corazón.

16 octubre 2012

Eternos



No hay nada como los abrazos, pero los de verdad. Esos que te meten dentro del otro y el otro se queda en tu interior. Me encanta el momento en el que, de repente,  los corazones se sincronizan y la certeza de que somos infinitos llega de la presencia del que te sostiene. 

-          He hecho todo lo que he podido- me confesó mientras apretaba su mano en la mía.

Con ese gesto se apagaba la esperanza pero también el miedo y la angustia. Un extraño alivio recorrió mi ser electrizando cada sentido, acelerando el ritmo de los pensamientos que se estrellaban contra los recuerdos.
No hay ancla que sostenga el cuerpo pero si cometa que te levante del suelo y la mía era ella. Mientras mi cuerpo se derrumbaba, se abrazo a mí y supe, que el amor hace al hombre inmortal.

10 octubre 2012

La montaña



-          No mires abajo- gritó

El cuerpo me temblaba sin parar. El miedo había empujado fuera al frío y se había hecho dueño de mí. La montaña me clavaba sus dedos castigándome por la osadía de intentar dominarla. Ella era la poderosa, ella era la que decidía si viviría o no. 
Los calambres no tardaron en aparecer, los agradecí. Me mantenían alerta, me daban fuerza para no despegarme de la ladera. Todo escalador sabe, que lo más peligroso es dejar de sentir, convertirte en una piedra, un ser inerte ajeno a la naturaleza. La vida te expulsa y caes.

Aceleró el pasó y fijó los ojos en el final de la calle. Contuvo el aire deseando que el momento pasara rápidamente pero al llegar a su altura confirmó la sospecha. Era su vecino el que estaba rebuscando dentro del cubo de basura, era aquel joven que hacía 5 años se había mudado al piso de abajo, el que se había convertido en padre hacía dos y con el que compartía breves conversaciones mientras paseaban al perro.

-          No mires abajo, mírame a mí- gritó de nuevo.

Volví sobre mis pasos y me paré delante de él. Su rostro se desencajó al verme. Me acerqué y le abracé.

La montaña te enseña la mayor de las lecciones. Sólo si el de arriba ayuda al de abajo podrán encontrar el camino a suelo firme. Si no, ambos están condenados a ser piedras, seres sin alma, que caerán al vacío.

02 octubre 2012

Tapones para el silencio


Llevaba varios meses buscando el silencio. Sabía que lo había guardado en un cajón para no perderlo pero después de tantas mudanzas me temía que me lo había dejado olvidado en algún lugar. Como consecuencia, vivía como un gato en un garaje. Muchas mañanas me despertaba con los pies clavados en el techo de la habitación sin entender muy bien, que sueño me había estremecido tanto para empujarme allí arriba.

La desesperación me llevó a la Red, donde descubrí un tutorial en YouTube, en el que un personajillo, algo raro, explicaba cómo construir tu propio silencio de una manera creativa y barata.  Es fácil, sólo tienes que ponerte unos tapones de cera, porque son más cómodos de llevar, y hacer como que no oyes a nadie. Es importante andar hacia un objetivo claro y seguir tu ruta, a pesar de los gritos de los que te encuentres por el camino. Es cierto que es un poco incómodo, ya que, en ocasiones,  el sendero termina en un enorme muro y cómo nadie me ha explicado qué hacer sigo dándome golpetazos hasta que logro un agujero que me permita continuar andando.


Creo que he creado tendencia, porque últimamente no paro de encontrarme a personas como yo, que sólo caminan. En ocasiones tropezamos pero todo se soluciona, cuando uno cae al suelo y el otro pasa por encima.

Sin embargo el otro día, cuando fui arrasado, uno de mis tapones salió disparado y una extraño sonido rompió mi silenció. Me refiero a ese eco que expande la nada. Miré a mi alrededor y concentré mi oído en busca de algún ruido pero sólo obtuve un absoluto y eterno vacío.
En ese momento entendí, que no era el silencio lo que había perdido, sino la conciencia la que había encontrado. Aburrida de hablar y de que nadie la escuchara decidió callar y ese ruido era el más terrorífico de todos.